Todo México ha tenido
un gesto de compasión
al saber que estaba preso
un jefe de la reaccion.
Angeles era querido
por su proceder honrado,
pues nunca manchó su nombre
con ningún acto malvado.
En Balleza de Chihuahua
y muy cerca del Parral
fué aprehendido don Felipe
por el jefe Sandoval.
Lo llevaron con escolta
para Chihuahua muy luego
y condenado allí á muerte,
sin que le valiera un ruego.
El Consejo presidiólo
el general don Gabriel
Gavíra, y fué reunido
por órden del gran Cuartel.
En el Teatro de los
Héroes
se reunió el gran tribunal
donde se jugó la vida
del dentido general.
Pobrecito don Felipe
mejor le hubiera valido
estarse en Texas tranquilo
ó haber pegando el volido.
En México no prospera
ninguna revolución
porque el Pueblo está cansado
y prefiere que haya unión.
El respeto á los
goviernos
debe ser bien comprendido,
que si un gobernate es malo
la opinión lo ha maldecido.
Y al terminar su
período
si obró con torpe cautela
despreciado morirá
sin merecer ni una vela.
Felipe Angeles nació
en Molango, por Pachuca,
y en la Escuela Militar
desde nino bien se educa.
Por su ciencia y su valer
fué nombrado general
y sirvió bien al Gobierno
distinguiéndose por leal.
Madero lo quiso mucho
y con Huerta se enfrentó
cuando éste, con vil astucia
ai Gobierno traicionó.
Más tarde se unió
con Villa
para batir al traidor
y desde entonces fué aliado,
combatiendo con honor.
Cuando Villa, disgustado
contra Carranza se alzó
Angeles fué al Extranjero,
de la lucha se alejó.
Los emigrados de Texas
lo animaron á volver
y en conferencia con Villa
se dejó al fin convencer.
Pisó tierra mexicana
y combatió con denuedo,
pero su suerte fué adversa
aunque nunca tuvo miedo.
Perseguido por doquier
y ya sin más esperanza
en el rancho del Olivo
cayó en poder de Carranza.
A las seis de la manana
del veintiseis de noviembre,
Angeles fué fusilado,
en el ano diecinueve.
En un patio del cuartel
del Veintiuno Batallón
pasó la terrible escena
de reciénte ejecucion.
Angeles pasó la noche
en continua agitación
esperando la manana
haciendo su confesion.
Salió de capilla
erguido
sin asomos de temor,
con una muy fuerte escolta
que admiraba su valor.
Pidió por favor al jefe
del trágico pelotón
que él diera la voz de fuego
en la triste ejecución.
Siguió nutrida descarga
á la voz que pronunció
y Angeles cayó de bruces,
pero luego no murió.
Los intestinos de fuera
y en convulsion de agonías
recibió el tiro de gracia
que puso fin á sus dias.
Así terminó en
Chihuahua
tan nombrado general
que tuvo tan grande fama
en el mundo por lo leal.
Triste final de esta
hístoria
que hor acabo de contar,
que Dios lo tenga en su gloria,
pues ya cesó de penar.
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